Hace frío en Rafaela, un frío que recuerda a Malvinas,
a chicos agujereados por balas imperiales dispersos por la nieve.
Hace frío, un frío parecido al acero de un puñal.
Son las 10 y parte del pueblo rafaelino comienza a marchar
en silencio alrededor de la plaza principal.
Una chica y su hermano, con remeras blancas como los pañuelos de las Madres de la Plaza
que los acompañan,
caminan llevando una bandera que pide 'Verdad y Justicia'.
Son los hijos de Silvia Suppo, con una entereza que sólo puede transmitir una madre a sus hijos.
Caminamos 3 cuadras y comienza a llover, a llover con ganas,
como si alguien quisiera lavar la sangre derramada,
como si siniestros dioses lavaran así las culpas de instigadores y asesinos.
Hay un gran alero, donde nos guarecemos para continuar con el acto
en repudio a este salvaje asesinato de una militante social.
De una mujer que con los ovarios en su lugar, se jugó hasta dar su vida,
por una causa justa, por vos que estás leyendo estas líneas, y tuvo el coraje de señalar con nombre y apellido a los responsables
para que fueran juzgados, como algunos ya lo están siendo.
Estamos pegados, unos a otros bajo el alero, para que los cuerpos
se saquen de encima el agua y retomen el calor.
Pero se me ocurre que la lluvia es una trampa de Silvia
que logró unir aún más, a un pueblo que ya marchaba unido,
dejándonos quizá una última enseñanza:
'solo la unión nos llevará a la victoria'En estas pascuas 'la casa no está en orden',
tu lugar de trabajo 'Siempre Cuero' tiene un cartel judicial que dice:
PROHIBIDO EL INGRESO, yo lo reemplazaría por otro que dijera:
"PROHIBIDO EL INGRESO A LA IMPUNIDAD"Gracias Silvia por tu ejemplo, por tu lucha,
por tu entrega...
Carlos Armando Quetglas Rosario
Publicado el 3-4-10 en Su Tribuna (Cañada de Gómez)
jueves, 29 de abril de 2010
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