lunes, 13 de septiembre de 2010

Historias Militantes - Osvaldo Valdi Colombo


Osvaldo “Valdi" Colombo

Cuando uno pregunta a los amigos por "el Valdi", todos responden "era un tipo bueno", y entonces uno piensa ¿podría ser de otra manera? ¿Podría alguien que no fuese esencialmente bueno plantearse dejar todo para luchar por los demás? Por supuesto que no, planteado así, de todos podemos decir que eran "unos tipos buenos". ¿Qué tenía el Valdi de especial? Quizás su sencillez, su manera de compartir, su buen humor que hacía que nunca se enojara con nadie, todos lo recuerdan además como un tipo alegre, piola, divertido, aunque un poco tímido. Su vida era la militancia, la que lo acompañaba hasta en las bromas, le gustaba juntarse en grupo para charlar, comerse un asado, tomar un vino y disfrutar de la amistad, la vida, la juventud, el compañerismo.
Era rafaelino, había venido a Santa Fe en 1973 para estudiar arquitectura en la Universidad Católica de Santa Fe. Trabajaba como fotógrafo, pero la fotografía era también un hobby que ejercitaba en todo momento, encuentros de amigos, asambleas, actos, manifestaciones. ¿Dónde estarán las fotos del Valdi? ¡Qué magnífico testimonio de una época serían si se lograra encontrarlas!. En la Universidad fue formando su conciencia revolucionaria, y ella fue la guía de su conducta, del trato con la gente, con los compañeros, de todo. Fue miembro de la conducción de la JUP.
Valdi murió peleando, era bueno, pacífico, pero no soportaba la injusticia, el autoritarismo o la prepotencia, era un tipo valiente y enfrentó a sus enemigos hasta la muerte. Fue en Corrientes en el 6 de noviembre de 1976.
Osvaldo Isidoro Colombo, "Valdi" para todos, nació el 13 de enero de 1952 en Rafaela, Provincia de Santa Fe. La familia estaba formada por Ángel y Velia y sus cuatro hijos: Osvaldo, María Rosa, Mauricio y Maria Alicia (la que relata estas memorias).
Mi madre era una persona muy especial, que nos enseñó a amar la vida a través de la naturaleza y de las cosas simples y cotidianas. Crecimos en un patio enorme, lleno de animales, perros, plantas y árboles. Valdi ya perfilaba su vocación de arquitecto construyendo casas, con todo tipo de materiales y en cualquier lugar del patio. Ya sean de uno o de otro, mi casa siempre estaba llena de amigos.
Yo era la hermana menor y nací ocho años después que Valdi. Como buen hermano mayor, él era mi segundo referente afectivo. Yo lo adoraba, sentía orgullo y admiración por él. Tenía una personalidad sumamente extrovertida, alegre, inquieta, siempre en movimiento. Era muy protector de sus hermanos. Su inteligencia no tenía límites, Vivía cada día como si se le fuera a terminar la vida al día siguiente, a fondo.
Recuerdo verlo hacer las cosas con una pasión inusual: su fotografía, su pequeño laboratorio de revelado instalado en el lavadero de mi madre, en el cual trabajaba con su amigo el "Negrito" Huber. Nada pasaba por esta vida sin ser registrado por su cámara Kodak, colgada siempre de su cuello (una flor, un amanecer, un bautismo....). Leía, leía mucho y todo lo que llegaba a sus manos. Lo recuerdo en el altillo de mi casa, trabajando en algo, estudiando o leyendo. Por supuesto, no me dejaba subir porque me cuidaba y posiblemente yo también molestaba demasiado.
Se pasaba noches enteras leyendo y al día siguiente todos llegábamos tarde a la escuela, porque mi madre no podía despertarlo. Tenía muchas condiciones para las artes plásticas, la pintura, el dibujo, la escultura. El fue para nosotros el "hermano mayor", el protector, el cuestionador, el que abría caminos para romper con algunas normas rígidas y mandatos sociales de la época, y por supuesto provocar algunos "dolores de cabeza" a mis padres.
Al menos en mí, calaron muy hondo las largas charlas que él mantenía con mi madre, sobre la política, la religión, temas de la vida, la militancia. A veces discutían porque las diferencias generacionales eran muy grandes. Pero creo que en el fondo, Valdi era un comunicador innato, estaba siempre dispuesto a la charla y al intercambio de ideas. Con el tiempo me di cuenta que no solamente yo tenía esta imagen de él. Aún hoy encuentro personas que me lo describen como alguien especial.
Sí era muy especial, quizás porque tenía esa ternura a flor de piel, que evidentemente llegaba a la gente, porque así lo recuerdan todos.
Cursó sus estudios primarios y secundarios en la Escuela Católica de los Hermanos Maristas. Inició sus estudios de arquitectura en la Universidad Católica de Córdoba en el año 71. Recuerdo su moto, creo que marca Gilera, con la cual viajaba mucho. Todavía siento la sensación de felicidad que me embargaba cuando escuchaba el ruido del motor, cuando nos visitaba los fines de semana. En el año 73 se traslada a la ciudad de Santa Fe para continuar los estudios en la Univer­sidad Católica.
Allí conoce a su compañera María Rosa Arguello con quien se casa aproximadamente en el año 74. No registro mucha militancia, supongo que comenzó desde temprano.
Lo único que sé es que su vida era una militancia. Sus ideales ocupaban todo su espacio interior y exterior: la idea del "hombre nuevo", la justicia social. Tenía graves problemas para aceptar las injusticias y las diferencias sociales y esto lo llevaba cada vez más a involucrarse y a comprometerse con el contexto histórico y político que lo rodeaba. Fueron años de cambios vertiginosos, en los que supongo, nadie pudo siquiera imaginar la tragedia que se avecinaba. No me siento con derecho a cuestionar sus opciones, sólo rescato su verdadera esencia, sus ideales, sus proyectos, su entrega por el otro, su amor por la vida, su riqueza interior, su sentido de la justicia.
Su muerte marcó profundamente a mi familia y a mí, que me tomó por sorpresa, a una edad en la cual entendía poco y nada de lo que pasaba. Fue un antes y un después. Fue encontrarme en el vacío total, de pronto la gente que era mi referente de vida, ya no estaba más. Me costó mucho reconstruir mi historia y perdonar a las personas que por dolor o indiferencia eligieron el silencio. Me acostumbré a no preguntar. Uno o dos años antes de su muerte, dejé de ver a mi hermano. Fue una época de muchos silencios, de mucha angustia, de vivir sobresaltados esperando noticias, buenas o malas.
Valdi fallece el 06-11-76, en la ciudad de Corrientes.
El diario de esa fecha describe el suceso como un gran enfrentamiento armado. Dos cosas me impactaron, la palabra "sedicioso" y "subversivo" y el hecho de ser tres contra doscientos efectivos policiales y militares. Fue enterrado en una fosa común. Cuando mi padre rescató el cuerpo tuvo que pagar por una partida de defunción falsa, donde figuraba como NN, para poder retirarlo. Relata mi padre que uno de los militares que le entregó el cuerpo le dijo: "Sr. Colombo, tiene que estar orgulloso porque su hijo murió como un valiente", que terrible y paradójica esta anécdota no?
Lo recuerdo con su característico gesto de afecto, su mano en el hombro y su mirada luminosa, llena de vida y después de 30 años aún no me resigno a su pérdida. Sí me quedó el orgullo de haber sido la hermana de un ser excepcional.

1 comentario: