
El 29 de marzo Silvia Suppo fue brutalmente asesinada. Ella había sido testigo en la causa Brusa, e impulsaba un nuevo juicio que implica a policías que hasta hoy caminan libres como responsables de la desaparición en 1977 de Reynaldo Hattemer, su novio en aquel momento. Silvia señaló sentirse hostigada e intimidada en diversas ocasiones, particularmente desde que comenzó el proceso de la causa Brusa.
Sin embargo, desde algunos sectores se ha machacado desde el primer momento con que se trata de un “robo común”.
Entre ellos, el diario rafaelino Castellanos, siempre entusiasta en defender la versión policial, y funcionarios del gobierno provincial, entre ellos Jorge Daniel Pedraza, de la Secretaría de Derechos Humanos de la Provincia de Santa Fe, que salió a respaldar a la policía en dicho periódico, lo cual fue cuestionado por organismos de derechos humanos y por los propios hijos de Silvia Suppo, que como respuesta decidieron retirarse del programa provincial de protección de testigos.
En este sentido se expresaba Marina Destéfani, hija de Silvia Suppo. “Pedimos justicia y verdad para Silvia Suppo y extendemos también la lucha por justicia para Silvia para todas las compañeras y compañeros víctimas de la dictadura y de violaciones a los derechos humanos actuales”.
Por lo tanto, enfatizó, “lo que nos convoca hoy nuevamente es la gran cantidad de irregularidades que venimos observando en la causa y que nos motiva a pedir su elevación a la competencia federal”.
A su vez, Soledad Dominino, del Espacio Verdad y Justicia por Silvia Suppo, relataba que las irregularidades “son muchas y el detalle que fuimos logrando sobre cada una es muy importante. Por eso nombrártelas a todas es complicado. La primera tiene que ver con la protección de la escena del crimen, que no sucedió, y en un hecho, tremendo, de estas características, creemos que es fundamental”.
Amenazas y decisiones sorprendentes
Otra de las irregularidades, quizás la más severa, sea la que involucra a un testigo presentado recientemente por los querellantes. Protegido con identidad reservada, el testigo señaló como responsables del asesinato a condenados e imputados por crímenes de lesa humanidad. Pero desde el juzgado de Mognaschi se “filtró” rápidamente al diario Castellanos la existencia del testimonio y parte de su contenido, poniendo en riesgo la vida del testigo. Los querellantes acusaron al juez de “falta de ética profesional y negligencia”.
Por su parte, Dahiana Belfiori, de la organización feminista Enredadera que participa del Espacio Verdad y Justicia, planteaba que “otra de las cuestiones que es sorprendente, que es llamativa, es que la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación se intentó constituir como querellante en la causa que estamos llevando adelante y le exige a la justicia rafaelina, al juez Mognaschi, que decline su competencia en este fuero local y la remita a juzgado federal. Y sorprendentemente, es la primera vez en la historia, le es denegado este pedido a la secretaría. Realmente, en una causa que tiene claras connotaciones políticas. Por eso estamos reclamando fuertemente en esta marcha que la causa pase al fuero federal”.
Por lo tanto, la joven concluyó que “vamos a seguir constantes y peleando por ese objetivo que nos hemos planteado de que esto sea elevado a la justicia federal, porque creemos que ya hay elementos suficientes para que esto sea tratado como un crimen de lesa humanidad, por las características de la víctima, por su biografía, por su lucha, por sus ideales y por las consecuencias políticas que tuvo su muerte, que sabemos que beneficia a ciertos sectores, amedrentan a la sociedad, a callarse. Y queremos con esto decirles a los que están por atestiguar, que no se callen, que vamos a seguir luchando y apoyándolos, que no vamos a parar hasta que esto se esclarezca”.